PASTEL DE QUESO Y CHOCOLATE BLANCO
Este pastel además de ser muy fácil de hacer, está realmente delicioso. Con su sabor ligeramente a queso, y ligeramente dulce a chocolate blanco, junto con la almendra laminada tostada, hacen de este pastel, unos de los más jugosos y cremosos. No solo podrás dar un bocado, su jugosidad y su toque dulce hará que nuestro paladar quiera probar mucho más.
Ingredientes:
(Recomiendo hacerlo el día antes, o varias horas antes de consumirlo)
300gr de queso crema -bien frío del frigorífico- (recomiendo mitad de "Mascarpone" y mitad de "Philadelphia")
200ml de nata para montar -bien fría del frigorífico-
150gr de azúcar blanca
3 huevos -bien fríos del frigorífico-
Unas gotas de esencia de aroma de vainilla
100gr de chocolate blanco en tableta
70ml de leche
1 cucharada sopera de almidón de tapioca
Un poco de almendras crudas laminadas -para decorar-
Batidora de mano con varillas
Molde para horno de 24x10,5x8 cm
Elaboración:
En un cuenco apto para microondas introducimos el chocolate troceado y la leche. Lo calentamos unos 30 o 40 segundos en el microondas, mezclamos bien con un tenedor, y reservamos.
Introducimos en el baso de la batidora, el queso y la nata, y lo batimos bien con las varillas, de menos a más velocidad. A continuación, vamos introduciendo el resto de ingredientes, añadiendo los huevos uno a uno sin dejar de batir. Poco a poco veremos que nuestra mezcla va aumentando de volumen, y que se va montando. Cuando veamos que al levantar las varillas, éstas se quedan pegadas con parte de la mezcla, estará lista "No es necesario que esté montada, no buscamos eso".
Vertemos la mezla en el molde para horno previamente pincelado con un poco de mantequilla.
Precalentamos el horno a 200 grados. Horneamos a 200 grados y con rejilla baja durante aproximadamente 40 minutos.
Veremos que durante su horneado, va aumentando de volumen, y su corteza va cogiendo color tostado, e incluso que casi se sale del molde, pero no pasa nada, posteriormente, poco a poco se va a ir desinflando.
A los últimos 10 minutos aproximadamente, bajamos a 180 grados. A partir de ahí es cuando se va a ir desinflando. Y puede que se haya salido un poco parte de la mezcla hacia afuera del molde, pero no pasa nada.
Una vez horneado, sacamos el molde de horno con cuidado de no quemarnos, y lo colocamos encima de una rejilla. Con una espátula de plástico de cocina introducimos hacia adentro la mezcla que se nos haya salido un poco del molde (es fácil, no estará pegada ni nada).
Volvemos a introducir el molde dentro del horno apagado y lo dejamos dentro cerrado, unos 35 o 45 minutos.
Aprovechamos para tostar las almendras, que sólo nos llevará unos minutos. Para ello, ponemos al fuego una sartén sin aceite, removiéndolas de vez en cuando con una cuchara de madera, con cuidado de que no se rompan demasiado. -las tostamos al gusto-. Y reservamos.
Pasado el tiempo, sacamos el molde del horno, y lo colocamos en nuestra rejilla. Desmoldamos bien sus bordes con la espátula de plástico, y lo tambaleamos un poco con cuidado, pues su consistencia es muy blanda, y además estará aún caliente. (la sensación que da al verlo es que nuestro pastel no está echo, pero no es así, esa sensación es a consecuencia de su jugosidad y cremosidad).
Y lo dejamos ya enfriar del todo en nuestra rejilla.
Una vez nuestro pastel se haya enfriado a temperatura ambiente, le damos la vuelta con cuidado, sobre nuestra bandeja a servir. Lo tapamos con el propio molde de hornear, y lo metemos en el frigorífico mínimo 2 o 3 horas.
Pasado el tiempo, sacamos nuestro pastel del frigorífico, lo adornamos con nuestras almendras laminadas tostadas....
¡¡¡ Y LISTO... QUE APROVECHEN !!!
Comentarios